LA SOMBRA DE UNA MULTITUD
Allí está, temblando por el frío de aquella noche, pero aún más,
es el corazón palpitante de aquel hombre asustado.
Esta noche no ha sido como las otras, todos se
ven a los ojos con algo de desconcierto. Hay antorchas aproximándose pero ellos
no esperan a nadie.
Querían una reacción diferente por parte de su
maestro. Podría ser el momento preciso para que se diera inicio a la revolución que han estado
anhelando por años.
Pedro toma la iniciativa, desenfunda su espada
y corta una oreja. Es reprendido por su maestro. A éste no le ven hacer oposición y se deja llevar por los que le
buscan.
Logró llegar tan cerca como pudo oculto entre las sombras de la multitud.
Está reclamando entre dientes «le dije que no viniera, esto pasaría». «Ah, pero solo fui reprendido de su parte»
No sabe nada de los demás, todos se escabulleron entre los
árboles.
¿Dónde está Bartolomé, Tomás, Mateo y Santiago?
Al menos él tuvo el coraje de seguirle entre sombras.
¿Quién se atrevería a cuestionarle?
Faltan minutos para que lo inesperado suceda para él.
Aquel momento llega. La voz salió de en medio de las llamas del
fuego. Parecían dardos amenazantes para
el hombre que cubre su rostro con un manto. Un comentario lo ha delatado.
- «tú también estabas con Jesús de Galilea».
- no sé de qué estás hablando. Responde.
- no sé de qué estás hablando. Responde.
- «este estaba con Jesús de Nazaret».
- a ese hombre no lo conozco. Replica.
- a ese hombre no lo conozco. Replica.
-«seguro que eres uno de ellos; se te nota por tu acento».
- comenzó a echarse maldiciones y les juró: ¡A ESE HOMBRE NO LO CONOZCO!
- comenzó a echarse maldiciones y les juró: ¡A ESE HOMBRE NO LO CONOZCO!
En ese instante cantó el gallo.
Sigue siendo el basto pescador conflictivo y vulgar (pensará alguno) pero lo que no saben muchos es que este hombre se encuentra en una batalla interna muy seria.
Nada distinto a lo que hemos vivido en alguna etapa de nuestra vida.
Allá en aquellos días en los que con un rostro sonrojado aceptamos que
estábamos yendo a una iglesia. Tal vez ahora le seguimos bajo la misma sombra
de la multitud que nos rodea. Queremos estar cerca, pero con temor de ser
reconocidos por aquellos burladores que se amontonan para criticar.
Simón está con Jesús, le
gusta sus enseñanzas, han sido buenos momentos. Juró ir con él hasta la muerte,
pero algo muy humano lo ha traicionado, le bastó unos segundos después del
suceso para darse cuenta de lo que había hecho. Fue una fracción de segundos
para notar lo acertada que fueron las palabras que le confrontaron. En realidad
lo sabía, pero no lo había aceptado. Su estadía con Jesús le había cambiado la
vida para siempre.
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